La celebración del Año Nuevo es quizás la fiesta más importante de nuestra cultura. En ese minuto exacto que separa un año del siguiente, en todo el mundo estallan las luces, la alegría y los abrazos. Es la fiesta de la Humanidad y resuena en todo el Cosmos.
¿Pero qué hay realmente detrás del día de Año Nuevo? Si te interesa saber, sigue leyendo pues abordaré el tema desde sus aristas más importantes. Ya luego podrás decidir si, habida cuenta de las evidencias, vale la pena o no celebrar esta fecha tan importante.
La realidad del tiempo y los muchos calendarios
Estamos acostumbrados a dividir el tiempo de nuestras vidas en años, como si el tiempo fuera una regla en que cada centímetro empieza el primero de enero y termina el treinta y uno de diciembre.
Pero lo cierto es que el tiempo, que no conoce de escalas, es un continuo sin divisiones naturales. Por ejemplo, cualquier punto de la órbita terrestre es idéntico al otro, sin importar si es una fecha señalada o no.
Así que el comienzo y el principio del año son solo invenciones útiles del ser humano, que desde la Prehistoria nos ayuda a dividir y organizar nuestras actividades (en aquellos tiempos, la más importante era la agricultura).
En otras palabras, el comienzo del año podría ser cualquiera. Y es más que nada una cuestión de utilidad de determinados lapsos de la órbita terrestre (estaciones)
En Mesopotamia, hace unos 4.000 años, se celebraba el fin de año en lo que hoy corresponde a los meses de marzo y abril, precisamente porque eran el momento propicio para iniciar las nuevas cosechas.
Pero comenzar el año en una fecha diferente a la que estamos acostumbrados no es algo olvidado por el tiempo. Además, cada cultura tiene su propio calendario tradicional. Así que cada una cuenta los años a partir de un evento que no tiene nada que ver con el nacimiento de Jesús.
Por ejemplo, el año 2020 se corresponde al 4717 del calendario chino. En este año, la celebración del Año Nuevo Chino no tuvo lugar hasta el 25 de enero, momento de celebrar el Festival de la Primavera, cuando se baila la Danza del Dragón.
Y el Año Nuevo Judio o fiesta de Rosh Hashaná se celebró el 18 de septiembre al atardecer, con la salida de la primera estrella, para recibir el año 5781 del calendario hebreo.
De la misma forma, en países budistas como Sri Lanka, Camboya, Laos, Tailandia y Birmania, se cuentan los años desde el nacimiento del Buda, y el 2020 corresponde con el 2563 de este calendario. Esta es una medida del tiempo más bien simbólica, ya que no se tiene muy claro cuándo nació el Buda exactamente (los expertos lo sitúan hacia el 480 a.C ± 20 años.
Sobre esto último, cabe decir que tampoco se sabe con exactitud cuándo nació Jesús. Veamos este punto con más detalle.
Un error de cálculo…
El año en que empieza nuestro calendario lo calculó en el siglo VI un miembro de la Curia romana llamado Dionisio el Exiguo, por encargo del Papa Juan I. Como resultado de sus cálculos (nadie sabe a ciencia cierta cuáles fueron), el erudito correspondió el año cero de la Era Cristiana con el año 753 de la fundación de Roma.
Pero los cálculos modernos indican que Dionisio el Exiguo no contó bien. Y es que, a pesar de ser un experto en cálculos astronómicos, sus resultados no se ajustan con precisión a las referencias bíblicas en las cuales se basó para establecer un año exacto.
Entonces, ¿cuándo nació Jesús realmente? Al parecer, entre el 6 y el 4 antes del año cero de la Era Cristiana, según el teológo James Dunn.
Esta fecha concuerda con el relato de Mateo del nacimiento y con la tradición de Lucas (capítulo 3, versículo 23) de que Jesús “tenía unos 30 años” en el decimoquito año del emperador Tiberio, que se estima corresponde con el año 27 o 28 de la Era Cristiana.
¿Vale la pena celebrar el Año Nuevo?
Todo lo anterior nos remite a una pregunta muy lógica: ¿vale la pena celebrar el Año Nuevo? Y la respuesta depende de cada quién. Algunos consideran que sí, otros que no. En lo personal, no creo que la realidad del tiempo, la existencia de varios calendarios y los errores de cálculo en torno al año de nacimiento de Jesús sean realmente importantes.
La celebración del año nuevo es una fiesta social como cualquier otra. Un pretexto, si se quiere ver así, para celebrar y estar junto con las personas que amamos. ¿Y qué es más importante que esto último…? Así que no te pierdas la oportunidad de celebrar por todo lo alto el comienzo de este nuevo año, y úsalo de excusa para dar y recibir amor.
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